Actualmente el mercado inmobiliario está bastante
paralizado y vender un piso o una casa se ha vuelto más complicado que hace unos años. Una casa
con humedades, cuyos efectos son visibles en paredes, techos y/o suelos supone
un claro hándicap para la venta y hace que el inmueble llegue a perder hasta el
20% del valor en la venta.
Hacer una “chapuza” (y no una solución
profesional) para “tapar” las humedades no acaba con el problema y puede
suponer problemas legales con los compradores una vez que aparezcan estas
humedades. Por eso es tan importante solucionar las humedades antes de la
venta: la ley obliga a informar a los compradores sobre la presencia de
humedades.
Una vez que el comprador conoce el problema
de humedades su tasación o percepción del precio de compra ya no es el mismo y hablamos de cantidades superiores a lo que realmente cuesta una
solución para un problema de humedades, sobre todo si la instalación la hace uno mismo.
Los problemas más habituales de humedades que se pueden
observar son:
- Humedades de capilaridad: salitre, desprendimientos de pintura,…
- Humedades de condensación: moho, hongos, cristales empañados, olor a humedades,…
- Filtraciones en muros y sótanos: entradas de agua,…
- Problemas de humedades en cubiertas: goteras, manchas de humedades,
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